Desde las principales estaciones de tren madrileñas, como Atocha o Chamartín, se llega cómodamente en metro al centro, que gira en torno a la Puerta del Sol, punto de partida de la red de carreteras españolas y tradicional lugar de encuentro del forastero que llega a Madrid. Las campanas de su reloj marcan el cambio de año – y el ritmo en el que nos tomamos las uvas en Nochevieja–, en una zona típica madrileña que no puede faltar en la hoja de ruta de todo viajero.

El Madrid más castizo

Lo mejor para no perder detalle es hacerse con un buen plano y pasear relajadamente disfrutando del ambiente distendido que reina siempre en las calles del centro, rebosantes de atractivos y distracciones de todo tipo. Pese a que son calles bastante concurridas, es inevitable detenerse a ver a los artistas callejeros y respirar entre los vendedores ambulantes y tiendas de antigüedades que alegran la Plaza Mayor.

Una de las joyas turísticas es el Palacio Real de Madrid, al que se llega después de atravesar la plaza de Ópera y el Teatro Real, en el encantador Madrid de los Austrias. Es el edificio donde se celebran los actos oficiales de la Familia Real, pero cuando la agenda lo permite, está abierto al visitante y es uno de esos lugares que siempre se recuerdan tiempo después de haberlos visitado. Pocas cosas son más relajantes que disfrutar en una terraza bajo el brillante sol madrileño, quizás después de la visita al palacio, del tradicional bocadillo de calamares o, simplemente, un buen café. En los alrededores del palacio se encuentran los bellos jardines de Sabatini, y la monumental Catedral de la Almudena.

Encuentros con el arte y la historia

El Paseo del Arte es una arteria recorrida cada día por miles de turistas, donde la belleza se concentra de manera excepcional. En el Paseo del Prado existen tres paradas obligadas para los amantes del arte con mayúsculas, que son el Museo Nacional del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. En la calle Serrano, el Museo Arqueológico Nacional es otro de los hitos del turismo cultural. Para disfrutar de un enclave verde, histórico y cultural, el Templo de Debod, junto al Paseo Pintor Rosales, siempre sorprende al visitante por su carácter exótico y la situación, en pleno centro de la gran metrópoli, de este templo egipcio de hace 2.200 años, traído piedra a piedra desde el país del Nilo cuando fue obsequiado a España por su contribución en el salvamento de los templos amenazados por la presa de Asuán. Las vistas son preciosas desde su exterior, sobre todo al atardecer, para disfrutar de una bonita puesta de sol urbana.

Momentos para la relajación y la buena mesa

El Parque del Buen Retiro, pulmón verde y remanso de paz en medio de la gran urbe, es uno de los lugares favoritos de los madrileños. Solo en él hay espacio para exposiciones en el Palacio de Cristal, un gran lago por el que navegar, y para miles de árboles que dan sombra a la multitud de músicos, artistas y adivinos que animan sus avenidas.

Cuando el hambre y la sed apremien, el turista se encontrará con muchísimas opciones en la capital. Si estamos en pleno centro, el Mercado de San Miguel, centro de cultura culinaria, es una visita obligada de la que saldremos siempre con buen sabor de boca, después de habernos decidido por algunos de sus innumerables puestos de deliciosas tapas pensadas para los mejores gourmet. Infinidad de restaurantes aguardan al visitante en los barrios más céntricos, algunos de ellos haciendo gala de las últimas tendencias en la cocina. Si, por el contrario, buscamos un local tradicional madrileño y pintoresco, te recomendamos Las cuevas de Luis Candelas.

Por último, el entorno de Gran Vía es otra zona imprescindible adonde acudir, donde podemos pasar horas y horas de diversión y entretenimiento casi sin darnos cuenta gracias a su envidiable oferta de teatros, musicales, cine y tiendas. No en vano es una de las arterias con más vida de la capital, donde el espíritu de la gran ciudad se deja sentir con más fuerza.

De entre tantos destinos para elegir, no dejes de descubrir por qué Madrid brilla con luz propia. Reserva tu billete y deja que el tren te lleve hasta el corazón de la capital para disfrutar explorándola.